Esta es la parte final del itinerario del viaje que hice con mi familia a Tokio. Estuvimos ahí 10 días, con dos daytrips, y, de verdad, a penas nos dio tiempo. Además toma unos tres días aclimatarse y empezar a entender dónde está uno, entonces los primeritos días no cuentan; si vienes 5 días, para cuando procesaste qué y dónde y cómo es Shibuya ya te tienes qué ir.
Aquí les dejo la primera con un mapa y segunda parte del itinerario.
Día 8. Un daytrip más lejano
Lugares visitados: Nikko y cena en K-Town
Este fue un día más pesado que de costumbre porque es un daytrip que está en el límite de la distancia para un daytrip. Fuimos a Nikko, un parque nacional y sitio UNESCO que tiene un área de templos impresionante del siglo 17 y es, sin problemas, el lugar más mágico cerca de Tokio (no sé si de Japón). El problema es que está a 2ish horas de Tokio y se requiere algo de organización para tomar el tren – aunque 100% vale la pena y te pueden ayudar en cualquier oficina de turismo-.
Vale la pena salir tempranito (8 am), para llegar temprano a Nikko, recorrer los templos, comer por allá y regresar tipo 5pm a Tokio, lo que todavía permite hacer algo para cenar. Al llegar a Nikko hay que tomar un camioncito que te acerca a la zona de los templos (agarren un mapita en la estación). Nos tocó un día lluvioso, que le va perfecto al mood del lugar.
Hay muchos templos y santuarios, pero realmente los que más valen la pena son el Santuario Toshogu (¡increíble!), el templo Rinnoji y Futarasan. Si tienen más tiempo vale la pena explorar la zona (yo la primera vez que fui, estuve ahí una noche, entonces caminé mucho por el bosque y tienen mil templitos y cementerios y cosas eerie increíbles -el sitio UNESCO incluye 42 templos-).
Bajando hacia el río del lado opuesto de los templos se encuentra el abismo de Kanmangafuchi, uno de mis lugares de Japón, que es un caminito en medio del bosque que bordea el río y que tiene cientos de esculturas de Buda a las que “visten”. Hay que cruzar por un punto muy específico (nada que no puedan encontrar en Google Maps) que te hace caminar por una colonia con casitas encantadoras. De verdad, todo en esa zona es mágico.
Intenten comer temprano, para mi siempre ha sido un tema, porque para cuando me da hambre (2-3pm) ya cerró todo. Esta vez acabamos en una cafetería ultra cute con prácticamente dos cositas en el menú, entre ellas un sándwich de curry que estaba delicioso, entonces tampoco pasó a mayores… pero nos tardamos en encontrar algo abierto.
Después de ver el puente de Shinkyo que se veía impresionante en la niebla, caminamos de regreso por la callecita principal a la estación (esto vale la pena y es mejor de regreso porque es de bajadita).
En la noche, Sof, mis hermanos y yo fuimos a cenar al K-Town, que la verdad es una de las zonas más trashy del centro de Tokio, pero donde se come comida coreana increíble y malteadas de galleta Lotus deliciosas.
















Día 9. Old Tokio, joyas del arte japonés y all-you-can-eat-and-¡drink!
Lugares visitados: Parque Ueno (incluyendo el Museo Nacional), Yanaka y Shinjuku/Yoyogi
Este era uno de los días que más me entusiasmaba porque es una de mis zonas favoritas de Tokio y le conozco varios tesoros. Empezamos el día en Ueno, un parque espectacular en el este (del centro) de Tokio, que se encuentra en lo que es la zona más vieja de la ciudad (y que menos peor le fue en la guerra, entonces todavía encuentras algunas construcciones muy viejas), por lo que tiene una vibra muy diferente al resto de la ciudad.
Ueno lo tiene todo: templos increíbles, zoológico, jardines, cerezos, laguitos donde siempre hay festivales y comida callejera, viejitos adorables paseado y los mejores museos (podríamos decir que es su sección I de Chapultepec ( ˶ˆ꒳ˆ˵ ) ). Este día recorrimos un par de templos, caminamos por sus paseos de cerezos (sin flor) y fuimos al Museo Nacional, hay que hay que dedicarle al menos 3 horas.
El museo es verdaderamente una joya, tiene varias salas y es imposible conocerlas todas en una visita. Como siempre en los museos, nos separamos para que cada quien viera a su ritmo y quedamos de vernos después. Yo, dado que ya lo conocía me fui a explorar el ala de arqueología (con algunas piezas impresionantes de hace 1500 años), pero el resto del grupo se enfocó en las salas principales, con los grandes tesoros y arte de Japón. Y hablando de tesoros, hay un edificio moderno y hermoso (un poco escondido del lado izquierdo), que es el ala de tesoros nacionales, donde seleccionaron las piezas más destacadas de la colección y las exhiben en un setting espectacular.
La tienda del museo y las actividades son increíbles entonces estuvimos un rato en eso y, finalmente, como el día estaba medio lluvioso decidimos comer en uno de los restaurantes del museo para no salir a buscar algo bajo la lluvia.
Después nos movimos un poquito al norte (por la lluvia tomamos el metro, pero solo una parada) para ir a Yanaka, una colonia antigua, llena de templos, cementerios y gatos. Caminamos un ratito por ahí, pero estaba lloviendo mucho. Mi plan ir al santuario Nezu, donde en abril tienen un festival de azaleas de locura (que descubrí hace años por seguir a un grupo de viejitos), pero por la lluvia ya no tuvimos chance.
En la tarde nos fuimos a hacer distintas cosas – el único con una historia relevante fue mi papá, que se echó un drink en un bar de jazz y solo aceptaban efectivo, y siendo él no traía un yen, pero hizo muchos amigos y lo solucionó (੭˃ᴗ˂)੭- y quedamos de vernos en la noche para cenar en una colonia cerca de Shinjuku que se llama Yoyogi. Por error acabamos en un restaurante en un tercer piso que tenía grill en cada mesa y era all-you-can-eat-and-drink. Comimos carne infinita y tomamos mucho vino de arroz y cerveza (tip. Tokio es una ciudad que no solo se vive a nivel calle, los edificios tienen locales, restaurantes y otros comercios en todos los pisos, aventúrense a mirar pa’rriba).


















Día 10. Islas artificiales, tecnología y elegancia
Este era nuestro último día juntos y teníamos planeado un día padrísimo. Por suerte el clima cooperó, porque gran parte del día implicaba pasear en bici.
Fuimos a Odaiba, una de las famosas islas artificiales tokioitas y que es un mundo completamente diferente al resto de Tokio (mi mamá decía que el metro de Tokio era como el clóset de Narnia, sin saber qué esperar al salir de la estación). Para llegar hay que cruzar el Rainbow Bridge (tomen el metro que específicamente va por ahí). En Odaiba está el Miraikan, que es el museo de Ciencia y Tecnología (esta vez no fuimos, pero vale la pena, especialmente con niños o si aman la ciencia) y varios edificios icónicos como FujiTV, vistas industriales de locos y es un lugar perfecto para andar en bici ya que las distancias son enormes (Ger nos alcanzó más tarde porque tenía chamba, por si no lo ven en las fotos).
Nuestro plan era andar en bici y de ahí teníamos boleto para Teamlab Planet (que hay que comprar con anticipación), uno de esos lugares como de arte inmersivo al que yo le tenía algo de reticencia pero sabía que varios del grupo querían ir.
Al final la llegada fue un caos, porque no calculamos lo largo de las distancias y el boleto tenía horario fijo y finalmente tuvimos que tomar un taxi para llegar y al llegar me di cuenta que había dejado mi celular (con los boletos de todos) en la bici (o esperaba que ahí estuviera). Siendo Tokio, no me preocupaba mucho que me lo robaran, pero no estaba segura de que sí lo había dejado ahí y teníamos la presión del tiempo. Volando en taxi, regresamos mi mamá y yo a la estación de bicis, mi celular en el asiento de mi bici, esperando a su dueña y regresamos (tardísimo) con el boleto. Siendo Tokio (de nuevo), amabilísimamente, los empleados nos estaban esperando y entramos con el siguiente grupo.
El Teamlab está increíble y valió muchísimo la pena. No hay mucho que decir, para eso están las fotos. (tip. ahora hay uno nuevo en el centro de Tokio que igual parece estar muy padre, supongo que cualquiera vale la pena, pero Odaiba está muy cool y así aprovechan para ir)
Saliendo de ahí nos fuimos a Ginza, que es una zona céntrica (por la estación de Tokio) súper elegante con todas las flagship de las grandes casas de moda y donde se mueve el dinero ricachón de Tokio, a veces comparada con la 5ta avenida (y pues… supongo… excepto por casi todo •⩊• , mucho más atinada mi comparación de Ueno a Chapultepec). Estábamos muertos de hambre (benditos onigiris que nos permitieron sobrevivir) y comimos en un restaurante chino, bastante bueno pero por mucho el más tourist trappy de los que fuimos (porque habíamos evitado cualquier cosa remotamente recomendada por turistas, pero en esta zona era más difícil y llegamos a una hora que todo estaba cerrado – muchos restaurantes cierran entre comida y cena-). En Ginza igual cada quien hizo sus cosas y nos fuimos al depa a empacar.



















Y eso fue todo. Al día siguiente cada uno partió a distintos lugares, volvimos a coincidir en puntos e igual estuvo muy padre, pero cada quien tendría que escribir sus posts. Yo prácticamente me quedé en Tokio todo el tiempo, excepto un día que me lancé a Kioto (a ver una expo de Murakami donde vi a mis papás) y a Osaka a cenar y echar drink con el Pe. En esos días en Tokio hice cosas completamente distintas, revisitando lugares, librerías, tiendas, restaurantes, parques y museos, visité con toda la calma zonas nuevas y más remotas, fui a exposiciones increíbles y disfruté muchísimo.
Espero que pronto les pueda volver a contar historias desde allá y que estos posts les sirvan para planear un viaje a la mejor ciudad del mundo mundial.
¡Sayonara, amigos!

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