No estaba segura de escribir este post, pero mi escala de vuelta fue tan linda que no quiero que se me olvide. Otra vez tenía 12 horas en Estambul, lo que permite pasear por la ciudad unas 5-6 horas. Llegué en la tarde, a eso de las 4:00pm, lloviendo de nuevo (aunque menos que en mi ida) y sin pila en el celular pero lista para recorrer otra zona que recordaba con cariño. Bajé del metro en Osmanbey, y caminé por las calles divinas de esa elegantísima colonia en dirección a Besiktas, otra de mis colonias favoritas – con una vibra más alternativa/joven – a lado del Bósforo, donde me comí un kebab delicioso. No sé porque, pero la lluvia le sienta perfecto a Estambul y a mi que me encanta el frio, después de mis paseos a +40°, fue un placer de recorrido.
Todavía tenía tiempo en la ciudad así que decidí tomar un ferry que cruzara el Bósforo, solo para cruzarlo (literal fui y vine). Era casi el atardecer y las vistas, como siempre que veo el Bósforo, me quitaron el aire… uno no se acostumbra a algo tan bonito…
Antes de regresar al aeropuerto, visité una librería que amé la vez que estuve varios días en Estambul (y por suerte recordaba dónde estaba). Compré un libro, me senté en su cafetería donde me tomé un té turco y comí un pastel delis. Plan perfecto para acabar mi escala y viaje.
















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