En retrospectiva, la probabilidad de que ayer mis papás hubieran recibido una llamada de la embajada “encontramos el cuerpo de su hija cruzando el Chao Phraya con una rata de peluche y una bici” no fue tan baja. El, hasta ahorita, día más caluroso del año (38° grados, 43° sensación térmica) se me ocurrió ir a andar en bici a Ayutthaya, la antigua capital de Siam, que fue destruida en 1767 por los burmeses y a partir de lo cual se fundó Bangkok un poco más al sur.
Ayutthaya es una pequeña isla llena de ruinas que está a una hora y media de Bangkok en tren. La mayoría están en un parque y se puede caminar de una a otra, pero lo recomendado es tomar un Tuk tuk o una bici. Obvio me decidí por lo segundo y, a pesar del calor, valió muchísimo la pena. Las ruinas principales están hermosas y por ellas vale la pena el viaje y hay decenas de ruinas más, muchas verdaderamente hechas pedazos pero igual simpaticonas.
Después de un rato me salí un poco de la ruta “oficial” y paseé por pequeñas callecitas junto a los canales, me encantó ver las casas y un poquito de la vida de los locales y encontré un lugarcito donde comí delicioso y con vista al rio.
El regresó fue eterno, tuve que esperar casi dos horas el tren (por falta de planeación mía), más la hora y media de regreso en un tren con boleto de standee y sin AC. Pero amo tanto viajar en tren que realmente no me importó ni tantito, además la brisa del tren en movimiento estaba delis. Gran daytrip.





























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